Durante la pasada campaña electoral para el Parlamento andaluz, Susana Díaz se mostró orgullosa, destilando autosuficiencia por los cuatro costados. La lideresa del PSOE-A estaba convencida de alcanzar la mayoría absoluta y, si no lo estaba, desde luego que se confió a la prepotencia, diría incluso que a la soberbia vista la mala educación que mostró en el último debate retransmitido por TVE, para trasladar esa idea al pueblo andaluz.
Si hubo algo que repitió más incluso que el “conmigo se pueden meter, pero no consiento que hablen mal de Andalucía” fue que “yo no voy a pactar con nadie, sólo con el pueblo andaluz”. Pero hete aquí que casi el 65% de los andaluces le ha dado la espalda al PSOE-A, y ahora el partido de Díaz necesita de terceros para su investidura. Por eso, no hizo falta ni un día para que Susana Díaz se tragara sus palabras y hablara de “dialogar”, de “coser”… todo menos “pactar”, que es lo que va a tener que hacer para poder volver a sentarse en San Telmo.
Hoy, Díaz arranca los contactos, el primero con el PP. Fíjense que también fue rotunda al afirmar que “jamás pactaré con el PP”… y es el primero con el que se sienta. Nadie pensará que el PSOE-A va a conseguir el apoyo o la abstención -que viene a ser lo mismo, aquí no hay medias tintas- de ninguna formación política a cambio de nada… algo le dará, aunque no lo vayan a hacer público ante la ciudadanía porque para qué vamos a empezar a ser transparentes ahora…