Más allá del tufo electoralista que tiene el hecho de que Francisco Salado (PP), como presidente de la Diputación de Málaga, haya conseguido traer sin consenso la celebración del Día de Málaga a Rincón de la Victoria, si de algo ha servido el día de hoy es para que toda la provincia sea testigo de cómo el segundo municipio por renta per cápita de toda Málaga no tenga un teatro decente y, sin embargo, arrastre una deuda millonaria. Tal es la falta de infraestructuras de Rincón, que el acto ha tenido que celebrarse en la iglesia de La Cala del Moral, algo absolutamente improcedente tratándose de un acto institucional en un Estado aconfesional.
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