Elena Aguilar (Cs) y Óscar Campos, la oposición que nunca fue

Arrinconados Aguilar Campos

Lo vivido durante el pleno extraordinario de ayer volvió a evidenciar que la oposición al bipartito del PP-PA únicamente se nutre del ala izquierda (PSOE, Ahora Rincón, IU y Antonio Pérez) del Salón de Plenos. Ciudadanos, menguado y con una única representante bajo denuncias públicas de autoritarismo encarnada en Elena Aguilar, se presenta como el socio de investidura que fiscaliza, cuando, en realidad, adopta una postura seguidista de bajo perfil. En cuanto a su ex compañero, Óscar Campos, la situación no mejora. Desprovisto de un equipo como el que arropa a Aguilar para elaborar las exposiciones que luego ella lee en la sesiones con mayor o menor soltura, apenas sí interviene y su labor de control aparece como inexistente.

No han tenido que pasar muchos meses para constatar que las risas que se veían entre los miembros del PP cada vez que Aguilar intervenía en los plenos evidenciaban que no la toman en serio. Su necesario apoyo a la moción de censura para que Francisco Salado (PP) y José Mª Gómez Muñoz (PA) prepararan sus respectivos graneros de votos de cara a las municipales de 2019, no ha tenido en ningún momento el peso que la única representante viva (políticamente) de Ciudadanos quería o, incluso, creía tener.

Tanto Salado como Gómez Muñoz han dado por bueno que Aguilar se apuntara a los actos o las fotos más desubicadas para la posición que ocupa con tal de que siguiera, como de hecho ha sucedido, prestando su apoyo incondicional a la gestión de PP-PA. En cuanto a Campos, todavía ha resultado más sencillo, asumida la soledad política en la que él mismo se ha sumido después de marcharse de Ciudadanos.

Del día de ayer baste como ejemplo el más que sospechoso movimiento de PP-PA para sentar las bases, por la vía de urgencia y ocultando toda suerte de información, para desprenderse de una parcela municipal de 12.000 metros cuadrados en favor de la Educación privada. Incluso estando a favor, el hecho de que no se haya procedido a los cauces habituales para hacerlo, vía la Comisión de Urbanismo, y que ni Aguilar ni Campos lo cuestionaran, les convierte automáticamente en una oposición aborregada o en cómplices de la tropelía en ciernes… o ambas. 

Ojalá fuera un caso aislado, pero no lo es. La labor fiscalizadora de Aguilar, en un intento por parecer exhaustiva, ha estado durante meses denunciado un aro roto en la cancha de baloncesto de la calle Ginebra; demanda a la que el concejal de Deportes, Sergio Díaz Verdejo (PP), ha hecho caso omiso como tónica habitual hasta el día que lo achacó a una falta de presupuesto. ¿Un aro de una canasta? Cualquier oposición medianamente eficaz habría replicado que cómo es posible que este año el Ayuntamiento haya patrocinado al Club Deportivo Añoreta (ente privado), por ejemplo, y luego no disponga del dinero que pagamos la ciudadanía para unas instalaciones que fomentan el deporte base y lo democratizan. Pero no… Aguilar no abrió la boca, quizás, porque como también demostró ayer, está más a favor de una élite privilegiada que de usar el dinero público para beneficiar al máximo número de ciudadan@s posible. Quizás, sencillamente, es que no lo tenía por escrito.

En los meses venideros veremos cómo el tono de Aguilar se endurece para intentar destacar de cara a unas municipales; sin embargo, a la hora de la verdad, volverá a pasar por el aro de Salado y Gómez Muñoz, como sucedió ayer. Algo que poco o nada importa al granero de votos de la formación naranja en Rincón, puesto que éste se nutre mayoritariamente de residentes en urbanizaciones que realizan su vida en Málaga, votan en clave nacional (a Albert Rivera, vaya) y que tienen un conocimiento del municipio idéntico al que Aguilar parece tener de los autores que cita en sus exposiciones leídas a trompicones. Una pena, vaya.