Banderas al vuelo

Arrinconados Republica

Nunca se arría bandera. Quizás, uno de los tópicos que más veces se ha visto reflejado en Hollywood, por el que más condecoraciones se han impuesto a los militares en el pasado y, quizás, uno de los hechos más simbólicos ideológicamente. Asisto con estupor, a una queja resentida de Ciudadanos que sólo buscó chinchar y a una espantada (y excusas) por parte de IU. Que si es un regalo o que si ahora luce en el despacho (donde siempre ha habido una). Y que más da.

Esa bandera, simboliza los ideales del progreso, de la democracia y sobre todo, de la memoria que nos ha sido arrebatada. Que a muchos ciudadanos les da rabia porque parece que el Ayuntamiento se dedica a “cosas sin importancia”. Lo dicen los que proponían investigar el ADN de las cacas perrunas. Bravo.

Pues oye, convecinos. Para mí es importante. Y para mucha, mucha más gente de la que creéis también lo es. Gente cuya memoria histórica ha sido pisoteada sistemáticamente, gente cuyos familiares amigos y vecinos, como vosotros, fueron represaliados y muertos por creer en lo que simboliza esa bandera, por aquellos mismos que aun hoy enarbolan la oficial que tantos defendéis.

¿Qué pasa, que nosotros no importamos? ¿Que no tenemos el mismo derecho que tenéis vosotros a que se ocupen de “vuestras cosas”? Hay muchos asuntos de los que el Ayuntamiento se ocupa con celeridad y eficacia que para vosotros, que os quejáis de esto, son importantes, y para mi no lo son tanto.

Dicho de otra manera, me preocupa muchísimo más la memoria histórica de nuestros abuelos, de los muertos en la cuneta y de los que durante cuarenta años sufrieron la más cruel represión y durante otros cuarenta, el más vil silencio por parte de los que ahora son supuestos demócratas convencidos, que el sonido de un puñado de petardos en Navidad o que este año la iluminación ha sido poco espectacular.

Y esa bandera, puesta en un despacho, para muchos significa que no los olvidamos. De aquí a unos años, el tiempo se llevará a los no pocos que sufrieron aquellos tiempos violentos. Y no debemos dejar que se vayan sin obtener lo que humildemente han pedido siempre: Memoria y justicia.

No somos ni el primer ni el último Ayuntamiento que ondea la justa bandera. Muchos otros pueblos lo hacen (y con más orgullo que aquí).

La bandera no se arría. ¡Nunca!

Cristóbal Becerra