Izquierda Unida y la dimisión más amarga… para su electorado

Arrinconados Dimision Bonilla

El candidato de Izquierda Unida (IU) a la alcaldía, Enrique Bonilla, ha anunciado hoy la renuncia a su acta de concejal, quedando así la portavocía en la número 2, Rocío Calderón, y entrando como edil el siguiente en lista, José Luis Gómez. En la nota de prensa, que incluye unas sentidas líneas de Bonilla, se motiva la decisión en una cuestión de «incompatibilidad laboral».  Se adjunta también una carta del candidato en la que se disculpa. Y hace bien, porque buena parte del electorado seguramente sienta que no le faltan motivos para pedir perdón.

A diferencia de otros concejales, Bonilla no podría mantener su actual puesto de trabajo como responsable de la biblioteca municipal de Benagalbón al tiempo que desempeña labores como concejal. Esa es la incompatibilidad a la que hace referencia la nota de prensa y que obliga a Bonilla a elegir: o concejal o bibliotecario.

El problema llega cuando se es concejal en la oposición y la única persona que cobra un sueldo más allá de las pagas por asistencias a comisiones es el portavoz. El que fuera cabeza de lista de IU sería portavoz, pero según indica en su comunicado «en las condiciones en que están las portavocías de los grupos políticos en este ayuntamiento, y a pesar del intento por dignificarlas, me resulta imposible asumir ese reto pues afecta directamente a mi vida personal y a mis responsabilidades familiares en un grado demasiado alto».  Y es que según figura en los presupuestos municipales de este año, la asignación anual de los portavoces sería de 14.883 euros, dicho lo cual, es evidente la mengua de ingresos familiares y, por tanto, comprensible la decisión tomada.

Sin embargo y, tal y como lo reconoce el propio Bonilla en su carta, esta circunstancia ya era conocida por él mismo y su grupo municipal. Entonces, ¿por qué siguió adelante encabezando la lista? Porque, según indica, «salimos con el ánimo de poder conseguir el cambio tan esperado». El cambio al que hace referencia era una subida de la izquierda, pudiendo conformar una colición entre PSOE, IU y Podemos que desplazara a la derecha de la alcaldía. En general, las previsiones de resultados de los partidos de izquierda estuvieron muy alejadas de la realidad; desde el PSOE a IU y, por supuesto, Podemos. Todos ellos pecaron de optimistas.

Con todo, hasta aquí, incluso, podría aprobarse la actuación de Bonilla e IU… con una única objeción: ¿No habría sido más honesto advertir de esta circunstancia al electorado?

A mí no me cabe la menor duda de que sí que lo habría sido y, de hecho, si IU no lo hizo es porque adoptó una postura ventajista. Sin menospreciar al resto de componentes de la lista electoral, el partido de izquierda era consciente del tirón que tenía Bonilla para la ciudadanía; tanto es así, que si no llega a ser por su liderazgo en la lista, presumiblemente IU se habría pegado idéntico batazaco que Podemos. Al menos, con Bonilla y pese a peder unos pocos votos, el partido ha mantenido dos concejalías.

Mientras el proceso mental de IU y la justificación para haberlo ocultado al electorado supongo que habrá sido no arriesgarse a peder votos, yo soy más partidario de pensar que cuanto más honesto y sincero se es con la ciudadanía, ésta lo reconoce… y si no lo hace, será su problema, no el de IU y Bonilla como sucede ahora. Unas 1.900 personas les confiaron su voto sin disponer de toda la información. Habría bastado con explicar que, dada la incompatibilidad laboral que tenía el candidato, la manera de no renunciar a su acta de concejal era poder entrar en gobierno y así, aunque sus ingresos también menguaran, la situación sería más sostenible en el tiempo. De no hacerlo, avanzar que daría paso a la segunda de la lista. No se hizo de ese modo y, quizás, IU obvió que quienes votaban a Bonilla (porque muchas personas votaron a Bonilla, no a IU) lo hacían porque sabían que realizaría una gran labor en la oposición.

En esencia, no creo que esté muy equivocado si digo que buena parte del electorado de Bonilla y, por extensión, de IU, se siente hoy en cierto modo estafado. Como premio de consolación -para ese electorado-, Bonilla ha sido elegido coordinador del partido, algo que abre un rayo de esperanza para el buen rumbo de la agrupación de IU en Rincón de la Victoria, que desde que en 2017 Manuel Villodres pusiera fin a sus seis años al frente del partido, ya ha tenido dos coordinadores diferentes (Alina Caravaca, de septiembre de 2017 a diciembre de 2018; e Iván Gavilán, de diciembre de 2018 hasta ahora). A buen seguro que la labor de Bonilla como coordinador de IU serán tan buena como habría sido en la concejalía, ya fuera en gobierno o en oposición, porque no sólo se trata de una persona honesta, capaz e íntegra, sino también comprometida, como se desprende al admitir que la renuncia «me cuesta y me duele y no sabéis hasta qué punto». Claro que le duele y, con todo, seguramente menos que a sus votantes porque él estaba sobreavisado, pero al electorado le ha cogido por sorpresa. Por ello, considero que su proceder, en las formas y no en el fondo, ha sido un tremendo error.

Por último, no puedo evitar cerrar este artículo de opinión con una mención de Podemos, partido del que todavía se espera una lectura -sino asunción de responsabilidades- de su debacle electoral en el municipio. A la formación morada le ha faltado tiempo para explicar en un escueto comunicado de prensa que «este probable abandono del candidato de IU fue una de las causas más poderosas que impidieron la confluencia de ambos partidos en las pasadas elecciones municipales».

El secretario general de la formación morada, Simón Casanova, se ha dignado a asomar la cabeza desde el pasado 26 de mayo para lanzar tal declaración. Un apunte, al respecto: a pesar de conocer la circunstancia de Bonilla, Casanova obvia el modo en que Podemos dilató las negocaciones de confluencia, pues IU tenía su lista conformada desde octubre de 2018 y Podemos no propició la ruptura de la confluencia hasta marzo de 2019. Pero esas explicaciones, tendrán que exigírselas sus votantes a la formación  morada, que para algo se ha desangrado con cerca de 900 votos menos.