El modelo caduco de la Feria de la Tapa

El jueves que viene arranca la Feria de la Tapa. Se trata de la 19 edición pero el evento, año a año, evidencia una fatiga muscular que pasa factura y que se concreta en la fuga de establecimientos participantes, así como de público asistente. A pesar de ello, Ayuntamiento y comerciantes (ACERV) se empeñan en mantener un modelo de feria, en la que apenas se han introducido innovaciones en las últimas ediciones y que cada vez le cuesta más a las arcas municipales.
Las cifras globales del año pasado en el balance final no fueron buenas: la subida del precio de las consumiciones y que únicamente participaran en la cita diez establecimientos paliaron el hecho de que se vendiera un 23% menos de tiques. Este año, al menos, se recupera el precio de 2 euros por tapa+bebida pero, quizás, que esta feria esté muy lejos de sus años dorados no es sólo cuestión de precio.
¿Por qué la Fiesta del Boquerón Victoriano maneja unas cifras de visitantes similares y cuesta mucho menos? Es posible que no encerrar al público en una carpa en la que el ruido termina por ser ensordecedor tenga algo que ver. Son días de buen tiempo, y a la gente le apetece tapear al aire libre, disfrutando de la brisa que no se encuentra bajo el efecto invernadero de la carpa -aunque el año pasado, muy acertadamente, se abrieron los laterales.
La Feria de la Tapa está pidiendo a gritos, desde hace años, un cambio de modelo. Ha dejado de resultar atractiva para muchas personas, que prefieren sentarse en el paseo y, por el mismo precio o incluso menos, disfrutar sentados de tapas muy similares. Sin embargo, es algo que ni Ayuntamiento ni ACERV parecen constatar por ellos mismos, parcheando más que innovando.
Y pruebas no faltan: este año, tan sólo nueve establecimientos acudirán a la cita, muchos de ellos nuevos, que o acaban de abrir o buscan promoción por estar alejados de los puntos más neurálgicos del municipio. En 2016, el presidente de la ACERV, José Antonio Villodres, justificaba que también tuvieran menos restaurantes en una decisión estratégica: menos a repartir, más beneficios. Pues bien, en esta edición, son uno menos a repartir.
Coste elevado
En lo que al Ayuntamiento se refiere, éste también parece darse cabezazos contra un muro. Desde hace años tienen pruebas más que evidentes de que esta feria le cuesta mucho más de lo que presupuesta. Año a año la estimación es de 20.000 euros y, por referirnos a esta legislatura, en 2015 superó los 32.500 euros y en 2016 los 40.700 euros.
A pesar de ello, desde la concejalía de Turismo siguen empeñados en presupuestar el evento únicamente en 20.000 euros. Este año, se da una curiosa circunstancia: los presupuestos están prorrogados, luego quiere decir que la cantidad prevista también es de 20.000 euros; aunque no estuvieran prorrogados, de haber salido adelante los presupuestos que se presentaron cuando todavía el equipo de Gobierno era cuatripartito (PSOE, Ahora Rincón, IU y PA), la cifra también ascendía a 20.000 euros. Sin embargo, el día de la presentación en rueda de prensa, el coste previsto para esta edición, según fuentes municipales, es de 30.000 euros, 10.000 euros por encima del presupuesto…
… y con todo, cuando llegue la liquidación, de seguir la tendencia de estos años, el coste seguirá siendo mayor. Algo muy distinto a lo que sucede con la Fiesta del Boquerón, que en 2016 se presupuestó en 25.000 euros y finalmente costó algo menos de 24.700 euros.