Lo trágico con Salado no es lo que se ve, sino lo que no se ve

El próximo 28 de mayo acudiremos de nuevo a las urnas para decidir quién ostentará la alcaldía de Rincón de la Victoria la próxima legislatura. Durante los últimos seis años ha sido Francisco Salado (PP). A él y a su partido no sólo les corresponde presentar un programa para este nuevo mandato, sino rendir cuentas sobre el pasado. Y ahí, al hacerlo, mucho más de lo que inquieta lo que se ve, aterra lo que no se ve.

Valorar el paso -o no paso, según la oposición- de Salado por la alcaldía es un ejercicio más propio de un vidente que de un analista, sencillamente, porque faltan demasiados elementos para componer un juicio de valor. Uno puede estar a favor o en contra de la gestión que se ve, de la priorización de levantar plazas, remodelar glorietas con nuevas esculturas, primar la comodidad del hormigón con el frescor y beneficio que reporta una arboleda en las aceras… Pero, a la postre, son modelos de gestión.

Uno puede profundizar algo más y percibir cómo con las cifras que aporta el propio Salado nuestra inversión municipal en Bienestar Social está muy por debajo de la media nacional de las Administraciones Locales y, buena parte de lo que se invierte, termina en eventos, comidas y gastos de personal del área. Eso inquieta.

Pero sin duda, lo que más aterra es lo que Salado esconde, no sólo a los medios de comunicación, incluso cuando éstos lo solicitan por Registro, sino a la propia oposición, como ésta denuncia. Comprobar, además, cómo cuando uno accede por otros cauces a determinados datos ni siquiera casan las cuentas municipales con lo que el regidor pregona en sus ruedas de prensa, genera desazón, como también el hecho de que tanto la Cámara de Cuentas de Andalucía como la Inspección de Trabajo hayan denunciado diversas irregularidades en materia laboral.

La opacidad con la que Salado y los suyos tratan de blindar su gestión ha venido siendo denunciada sistemáticamente. Tanto es así, que incluso el Consejo de Transparencia y Protección de Datos de Andalucía tuvo que apretarle las tuercas al equipo de gobierno por incumplir reiterada e intencionadamente la Ley de Transparencia.

Todo eso que no se ve, genera una sensación de temor, de preguntarse qué se estará cociendo realmente y cuál es el objetivo de ocultar tanta información pública. Y, con todo, lo que realmente aterra, lo que infunde verdadero pánico es cuando hosteleros del municipio admiten bajo el más estricto anonimato haber sido amenazados durante esta legislatura cuando han alzado la voz más de la cuenta…

Recuerda años atrás, cuando ni siquiera gobernaba Salado y en la organización de los primeros presupuestos participativos miembros de diferentes asociaciones se dirigían a mí y se disculpaban por no implicarse más por temor a aparecer en la foto. Tal es el miedo reinante que no querían arriesgarse a que esa fotografía se guardara en un cajón y saliera a relucir tiempo después, con el PP de nuevo en la alcaldía.

Lo que no se ve, pero se puede intuir, y el clima viciado, tenso que se genera y al que muchos vecinos y vecinas son ajenos por no estar en el día a día del municipio es lo que verdaderamente aterra. Bien es cierto que la opacidad oculta elementos de juicio, obligando a la ciudadanía a votar a ciegas, pero al mismo tiempo es un elemento de valor en sí mismo porque, si las cosas se han hecho correctamente, ¿qué motivos hay para vetar el acceso a la información, sino manipularla?

Tanta entidad cobra esa opacidad, tanto peso como descriptor de gestión que ésta termina por convertirse en tragedia. Lo único que cabe esperar es luz, pero no concebida como Salado la entiende, recurriendo al dispendio público para deslumbrar y desviar la atención sobre, por ejemplo, el incremento de la desigualdad en Rincón. Se precisa luz sobre lo importante, que en nuestro municipio, coincide demasiadas veces con lo urgente por el nivel de abandono que han tenido colegios, colectivos vulnerables, personas desempleadas, jóvenes…

El próximo domingo 28 de mayo, cada votante tiene en su mano un interruptor de esa luz y decisión suya es encenderla o seguir a oscuras. En éste último caso, la caída es cuestión de tiempo.